Una cama grande, mediodía.
El sol de invierno que lame la
habitación
tomándose su tiempo y a la vez
con prisa.
Me concentro en el dulce
chapoteo intermitente
Es hermoso sentir el vértice
erigirse en mi centro.
Tu boca es un dragón con una
lengua roja.
Embiste con la precisión de un
martillo hidráulico
y así vas cavando el túnel
dentro de mí.
Ahora puedo, solo ya,
abandonarme.